Esto nos puede pasar a todos, a veces estamos más susceptibles bien por estar pasando por una etapa estresante, por no haber descansado, o algún disgusto personal… Sin embargo, en el caso de las mujeres, con sus acentuadas fluctuaciones hormonales, parece también un “estado programado” para ciertos días del mes. Pese a que pueden haber muchas diferencias particulares, el ciclo menstrual viene marcado por las hormonas sexuales, y sus cambios drásticos afectan inevitablemente también a la química cerebral y la respuesta emocional en general. En la fase premenstrual, muchas mujeres experimentan cambios de humor, irritabilidad, ansiedad o tristeza sin una causa externa clara; todo esto también en mujeres sanas, sin presencia de patologías menstruales. Lejos de invalidar esas emociones, de señalarlas como efecto exclusivamente propio de “estar hormonal” y desacreditar a las mujeres con ello, considero importante tomar consciencia de su influencia, como un factor más a tener en cuenta (tanto si lo vives en primera persona, como si convives con ello).
El papel de las hormonas no es algo estático e inamovible, sino que interactúa con agentes externos como el estrés, la sobrecarga laboral y/o por cuidados, etc. Las condiciones de existencia y los sucesos vitales influyen en el funcionamiento del sistema neuroendocrino.
Me parece que un recurso necesario para poder estar bien con una misma aun con estos cambios, a veces tan incómodos, consiste en conocer y comprender qué nos ocurre, y tratar de respetar adaptándonos a nuestra naturaleza cíclica. Esto resulta extremadamente difícil en un mundo que gira en torno a la productividad, estar activos, y que plantea un estado más lineal, de ánimo ensalzado y la acción y actividad como objetivo principal.
Por un lado, este planteamiento resta valor y quita validez a la quietud y al descanso, tan necesario en general, y tan característico del final de la fase lútea (3-5 días antes de que llegue el sangrado) y la menstruación. Por otro lado, esa estimulación ininterrumpida y estado mantenido de actividad prácticamente constante dificulta mucho la capacidad de poner atención a nuestro estado y poder identificar y atender nuestras necesidades, o adaptar esas exigencias al nivel de energía disponible.
¿Qué implica que seamos cíclicas?
A nivel biológico, las hormonas sexuales tienen gran influencia tanto a nivel físico como cognitivo y emocional, nuestro estado es visiblemente cambiante a lo largo del mes.
Cambia notablemente nuestro procesamiento de la información social, aumentando la susceptibilidad a factores estresantes y alteraciones afectivas. También nos vemos privadas de los efectos ansiolíticos, anestésicos y sedantes; por lo que somos más sensibles al estrés y lo acusamos más. Además, la química hormonal del estrés rompe también el delicado equilibrio hormonal, y con sus cambios genera tensión corporal, mental y emocional, en una fase cuya necesidad principal es de quietud y descanso.
Todo esto, insisto, en mujeres sanas.
Traducido en la experiencia, emocionalmente somos más sensibles a lo que puedan ser “desarmonías” en nuestra vida, en el ámbito que sea. Encontrar el equilibrio pasa por reconocer qué nos desequilibra. Atender y escuchar lo que mes a mes vuelve a dar vueltas por nuestra mente y actuar para cambiarlo significa también cuidarnos.
“Ser cíclicas”, implica la sucesión de -simplificando- cuatro formas distintas de estar en el mundo, cada una con sus características, sus necesidades, sus fortalezas y debilidades.
A grandes rasgos y de manera muy simplificada, generalmente tenemos más energía en la fase preovulatoria, somos más productivas, quizás nos sentimos más sociales, más animadas. En la fase ovulatoria suele apreciarse mayor capacidad de empatía y escucha, estamos más en el cuidado de los demás que en el disfrute propio. En la fase premenstrual solemos estar más susceptibles, más sensibles. A lo que no le damos importancia, ahora nos molesta mucho. Empezamos a tener menos energía, quizás lo obviamos o incluso no nos damos cuenta, seguimos con el mismo ritmo y el cansancio hace que estemos de peor humor. Durante la menstruación, es un momento de recogimiento, de estar con una misma, se cierra un ciclo para dar inicio a otro.
Pese a que pueden haber generalizaciones sobre las cualidades propias de cada fase, es evidente que resulta necesario explorar, con curiosidad y atención, cómo es para cada una, habiendo cambios incluso para una misma mujer, en distintos momentos de su vida. Y para hacer esto es necesario poder parar, poder sentirnos, poder recordar en qué momento estamos, poder identificar esos cambios.
Vistas las diferencias entre las distintas fases, es muy tentador diferenciar entre “las buenas” y “las malas”, identificar como positivo aquello que resulta agradable, que está alineado con las demandas externas y que por ello también resulta más fácil.
Sin embargo, mi deseo es proponer un planteamiento mucho más nutritivo, que ensalce no solo la aceptación de cada fase tal y como es, sino el regalo que cada una supone.
Cuando pones conciencia y atención a tu ciclo, cooperando con tu energía y tu patrón emocional, con sus subidas y bajadas, los momentos de introversión y extroversión… vives de una manera más sostenible, al servicio de tu sistema nervioso, más consciente de tus necesidades y siendo amable contigo, lo cual te permite estar más serena, ser más congruente y clara con tus límites. Tener unos días del mes en que estamos más susceptibles nos invita a revisar qué puede no estar bien del todo para nosotras, nos empuja a cambiar algo. Tener unos días del mes que naturalmente son de limpieza y de calma, son desestresantes en la medida que te permites parar, y parar nos permite coger fuerzas para continuar con nuestra actividad el resto del ciclo.
Aceptar cada fase y estar alineada con el ciclo, te permite estar conectada contigo misma, saber qué es lo que quieres y lo que no, tus necesidades, cuándo actuar y cuándo no… no “estás en guerra contigo” por plantearte a ciegas “lo que tienes que hacer” o porque hagas menos, o porque no te apetezca algo. En la medida que lo aceptas, aprovechas cuándo estás más activa, con más energía, más extrovertida… y cuando no, disfrutas de la calma, aprovechas la introspección.
Habitar cada fase, permitirse transitarlas tal y como son, se plantea como el principio del final del dolor.
Lo que esto suponga, depende de cada una. Sí hay algunas pautas sobre hábitos especialmente, que pueden suavizar las transiciones acompañando adecuadamente la fluctuación hormonal, especialmente si se hace de una manera integral, de manera que planifiquemos, en la medida de lo posible, teniendo en cuenta estos cambios inherentes a ser cíclica.
Existen pautas sobre alimentación, qué alimentos evitar o consumir más según la etapa del ciclo, hasta el consumo de semillas cíclico, entre otros. También las hay sobre el tipo de ejercicio, y el nivel de exigencia del mismo. Del mismo modo, quizás también tiene sentido ajustar las horas de sueño, el consumo de cafeína, azúcar o alcohol, así como la carga de compromisos en nuestra agenda.
Yo personalmente, a lo largo de mis “años de entrenamiento” como ser cíclico y cambiante, he aprendido que unos días antes de la menstruación…
- necesito tomármelo con mucha calma, si me exijo lo mismo no sólo no avanzo como esperaba sino que la sensación de fracaso, de no llegar, de hacerlo mal y no ser suficiente, es una experiencia que me dificulta tanto mi bienestar como afrontar esas tareas desde una sensación de capacidad y facilidad, cuando llegue el momento.
- sobre todo si he pasado un periodo de estrés o inestabilidad emocional, sufro de pensamientos muy negativos e insistentes, a los que necesito dar su lugar, así como relativizar.
- estoy muy susceptible y me molestan muchas cosas, así que decido de quién y cuánto acompañarme, así como tener presente que la paciencia es necesaria, en ambas direcciones.
he aprendido que los primeros días de menstruación…
- me siento convaleciente por el dolor y tengo mucha dificultad para dormir o tener buen descanso, por lo que en la medida de lo posible, trato de que sean días de menor exigencia.
- resulta muy nutritiva y calmante la actitud contemplativa, así como vías creativas de introspección.
- aunque sienta cierta pena de “no hacer nada”, ese frenar impuesto ayuda a estar mejor, a hacer retrospectiva y empezar con buen pie.
Te hablo sobre mis aprendizajes propios de estas fases porque suelen ser las más difíciles de transitar, y más que a modo de: haz esto, que ¡seguro que te funciona!, quiero invitarte a definir cómo es para ti, para empezar a sembrar armonía con tu ciclo, un cuidado recíproco y mutuo.
Te deseo puedas ser amable con tus fases, y así tus fases puedan ser más amables contigo.







