“Subirse” la autoestima

La autoestima es la percepción que tenemos de nuestro propio valor: cuánto pensamos que valemos por cómo somos, por lo que hacemos, por cómo es nuestro cuerpo y nuestro carácter. La autoestima es un concepto del que se habla mucho desde hace años porque abarca muchos aspectos de cómo nos percibimos a nosotros mismos y cómo nos relacionamos con el mundo que nos rodea. Una “autoestima baja” implica que uno se ve a sí mismo sin valor, insuficiente, indigno de hacer las cosas que hace o de relacionarse con los demás. Este sentimiento es paralizante y avergonzante y nos dificulta la vida.

Se entiende perfectamente que se hable tanto de la importancia de “subir la autoestima”. Tener la percepción de que uno vale y es digno de estar en el mundo es fundamental para vivir.

Sin embargo, no parece tan fácil saber en qué consiste exactamente eso de “subirse la autoestima”. ¿Cómo se hace esto? Decirle a alguien con la autoestima baja que se la suba es como pedirle que vuele estirándose de los cordones de los zapatos. La autoestima no es algo que se pueda cambiar a voluntad así como así. Uno no puede decidir por sí solo, de repente, que se ve a sí mismo de otra forma. Esto no es posible, entre otras razones, porque cómo nos vemos a nosotros mismos depende de cómo creemos que nos ven los demás. Nuestra autoestima no depende sólo de nosotros.

La autoestima baja es una interiorización de experiencias en las que no nos hemos sentido valorados por los demás. En diferentes momentos de nuestra vida podemos haber sido rechazados, avergonzados, poco valorados, ignorados o no vistos en nuestras necesidades. Este tipo de experiencias nos bajan la autoestima cuando no las cuestionamos y, de una forma u otra, nos acabamos creyendo que había motivos para rechazarnos, para avergonzarnos, etc. Esto pasa sobre todo cuando recibimos mensajes así cuando somos niños. Para un niño es muy difícil no creer algo que le dice un adulto cercano. De adultos también puede resultarnos complicado no sentirnos afectados por opiniones negativas sobre nosotros. Podemos acabar interiorizando estas ideas y viviéndolas como nuestro propio punto de vista.

Por tanto, el trabajo con la autoestima no puede ser individualista. No tiene sentido concebir la autoestima como algo que la persona se “sube” o se “baja” a voluntad y sin relación con otras personas. Recuperar la autoestima es recuperar la dignidad, y la dignidad tiene que ver con la mirada de los otros. Es necesario cuestionar las creencias negativas que tenemos sobre nosotros mismos y contemplar su realidad a día de hoy, ver de dónde han surgido, ver quién nos ha dicho que somos así y poder decidir si damos validez a esa visión de nosotros mismos o no. Hay que poder decir a quien nos ha avergonzado “no tenías razón”.

La autoestima nos la suben las personas que nos reconocen con nuestras virtudes y defectos, sin hacernos sentir insuficientes en ningún sentido, sin pedirnos que seamos distintos de quienes somos. Esto no es que nos adulen y nos digan que somos fantásticos y que lo hacemos todo bien. De hecho, ese tipo de comentarios no suelen ayudar mucho a que nuestra autoestima suba porque somos los primeros en no creérnoslo. Preferimos que nos digan que hacemos cosas bien, y también cosas mal, pero que en cualquier caso tenemos derecho a equivocarnos y se nos valora por quienes somos, no sólo por lo que hacemos.

Imagen cedida por Ariel Marqués

Otras publicaciones

Respirando la vida publicación de Begoña De Estevan en Terapiados Valencia

Respirando la vida

¿Qué recibo con cada inhalación?, ¿Qué suelto cuando exhalo? Prestar atención a nuestra respiración puede ser interesante para darnos cuenta cómo estamos respirando la vida.

Todas las publicaciones »

Actividades

Psicoterapeutas

Centros