Formas de crecer

Basado en pacientes reales

“Nunca seré brillante”, “a este paso no lograré la excelencia, por más que lo intento”, “no consigo centrarme en una sola cosa, me disperso y así no avanzo con nada”, “sé poco de muchas cosas, y así no se llega a nada en la vida”. 

Estamos inmersos en un mundo donde el crecimiento, la eficacia, la eficiencia y la productividad  parecen ser el marco que define la manera en que debemos estar en mundo. Sin embargo, desde un prisma de productividad y resultados, podemos confundir o perder de vista que existen distintas formas de crecimiento personal. Hoy quiero usar la naturaleza para describir y valorar distintas formas de crecer. 

Diría que nos enseñan a ser como palmeras. Las palmeras crecen en una dirección, bien altas, bien espigadas. Tienen un tronco que avanza hacia arriba, en esa única dirección, con admirable constancia. Tras mucho crecer, y alargarse buscando el sol, y sobreviviendo con poca agua, al final, a la sombra de sus resistentes hojas, presentan los dátiles, esos frutos dulces, y muy nutritivos. Para crecer como palmeras, para alcanzar el éxito hay que resistir, crecer, avanzar, superarse, y centrarse en una sola dirección. Y después de mucho esfuerzo, y también de muchas renuncias, llegan los frutos, los resultados, el éxito. Es una manera interesante de crecer. Esta podría ser la manera en la que crece y evoluciona una persona cuando encuentra su camino, su vocación. Por ejemplo, podemos estudiar una carrera, y luego un máster, y luego un doctorado, y seguir centrándonos cada vez más en algo específico, concreto, hasta convertirnos en personas verdaderamente expertas en lo nuestro. Así lo hacen muchos científicos y personas de muchos ámbitos,  también aquellas que se centran para hacer una oposición, igual que en ciertas disciplinas deportivas, o artísticas. “es muy buena en lo suyo”, decimos, “es de los mejores”. Incluso alcanzando fama o reconocimiento público, destacando, siendo una palmera que se alza, brillante y bella, sobresaliendo  entre las de su entorno. Esta es una forma de enfocar la vida, de entender el crecimiento, o el éxito. 

Sin embargo, esta no es la única manera de crecer. Miremos juntas a un jazmín, por ejemplo. Tiene los tallos finos, dispersos, que crecen en distintas direcciones. Unas ramas hacia arriba, otras hacia los lados. Algunas se meten por los rincones, recovecos. Exploran con la punta de cada ramita, como indagando, curiosas. A veces se enredan con otras plantas, o en  fachadas, balcones, a veces se pegan a una pared, a veces oscilan con la brisa, incluso cambiando de dirección. Su forma de crecer es más bien sutil. Crece un poquito cada rama, imperceptible, en todas las direcciones. Se diría que no crece apenas, que no avanza demasiado. Tampoco nos regala frutos. Su éxito son las muchas, bonitas, blancas y olorosas flores que perfuman el verano. Es otra forma de crecer. Podría ser el estilo de alguien con aficiones diversas, con intereses variados, con curiosidad “saltarina “, con interés por la novedad y la variedad, sea en lo profesional o en lo personal. 

Cuando miro una palmera, me conecta con la fortaleza. Observo su constancia y esfuerzo, su capacidad de supervivencia, me conecta con una firmeza flexible y enfocada. Y la admiro. 

Cuando miro un jazmín, me conecta con la frescura. Observo su curiosidad, su diferencia, su dispersión, su olor y diría que su risa. Nunca será tan alto como una palmera, y eso está bien. Y lo admiro. 

Algunas personas crecen como palmera y otras, como jazmín. Admiro a ambas. 

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